A nombre del autor de estas lineas las tomo como propias y las comparto con ustedes!
Estimado amigo
El próximo 2 de julio los mexicanos iremos a las urnas para elegir a un nuevo presidente de la República y al Congreso de la Unión, en los comicios más importantes del último medio siglo, no sólo porque por primera vez ocurrirán en una sociedad democrática, sino porque en ellos está en juego un cambio de proyecto y no sólo de partido.
En el año 2000 los ciudadanos, hartos de un régimen autoritario, corrupto e incapaz de ofrecernos una vida mejor, votamos por un cambio. A 6 años de gobierno foxista estamos decepcionados; la administración ha ido de fracaso en fracaso; hoy México es más pobre, tiene menos empleos y es más inseguro que hace seis años y el gobierno sigue echando mano de la represión.
El fracaso de nuestra economía ha propiciado que miles de mexicanos sigan saliendo del país a encontrar maltrato y hasta la muerte en el extranjero; las oportunidades de estudio se reducen para los jóvenes; nuestra agricultura e industria languidecen sin apoyo gubernamental; somos el país más desigual del mundo, donde viven media docena de los hombres más ricos del planeta y cincuenta millones de pobres que mueren de desnutrición y enfermedades curables.
Lo más fácil es decepcionarnos ante este desolador panorama y abstenernos, dejando la política en manos de los partidos, lo que hacen millones de mexicanos, pero con ello sólo estaríamos entregándole nuestro futuro, nuestro trabajo, nuestro país a los políticos profesionales. Esta no es la mejor manera de cambiar las cosas, sino de empeorarlas.
Ningún gobierno va a terminar con la pobreza, con la injusticia o con la corrupción; los únicos que pueden construir una sociedad mejor somos los ciudadanos, con nuestro trabajo y participación. Pero los gobiernos corruptos y autoritarios son un obstáculo para que los ciudadanos trabajen y se manifieste, ellos devoran nuestras energías.
El 2 de julio los mexicanos tendremos que elegir entre dos propuestas de gobierno: la que representan el PAN y el PRI, que es la que ha convertido a nuestro país en uno de los más injustos y corruptos, y la que representa Andrés Manuel López Obrador, que sin prometer el paraíso, se compromete a reducir la desigualdad social, terminar con los privilegios de los poderosos, atender las demandas de los desamparados, crear 40 universidades, hacer de los gobernantes servidores de los ciudadanos, y no sus amos, es decir, dignificar la política.
No es fácil creer en las ofertas de un político, pero la biografía, el desempeño en el gobierno de la ciudad de México y su estilo modesto de vivir, son al menos señales de que pudiera ser confiable. Pero ni a López Obrador ni a ningún líder se le puede firmar un cheque en blanco; la única garantía de que un político cumpla su palabra es la participación ciudadana.
El peligro de que repita un gobierno de derecha, que termine con las conquistas laborales, entregue la industria energética al capital internacional, debilite la educación pública y convierta a la política en instrumento de intereses particulares, nos obliga no sólo a votar el próximo 2 de julio por una opción progresista, sino a tomar una actitud más participativa y responsable.
No dejes que la televisión nos imponga su candidato; vamos a decidir nosotros el proyecto de gobierno que nos merecemos. Si estas de acuerdo con esta carta fírmala y envíala a todos tus amigos.
Atentamente
Jorge Salvador Aguilar
NoX